La ciudad italiana de los mosaicos tuvo muchos habitantes famosos, pero pocos dejaron una impronta tan indeleble en ella como la emperatriz romana Gala Placidia.
Uno de los más conocidos monumentos de Rávena es el llamado mausoleo de Gala Placidia. Su interior sorprende por la riqueza decorativa de sus paredes y bóvedas, con placas de mármol y mosaicos realzados por la luz que entra a través de las ventanas de alabastro. Todo el programa iconográfico, tanto figurativo
como simbólico, representa el triunfo de la cruz sobre la muerte. Por eso un maravilloso
cielo estrellado parece abrirnos el universo y, en
un círculo mágico, gira en una espiral que se cierra sobre
la cruz del centro de la bóveda. El azul intenso
está perfectamente complementado
por el tono de oro refulgente y brillante de las estrellas, que parecen titilar
en medio del universo. La calidad de los mosaicos, como el de Cristo como Buen Pastor en la luneta de la entrada norte o los geométricos, florales y estrellados de la bóveda del mismo brazo, asombra al tratarse de las obras originales del siglo V.
Aunque su identificación como el edificio funerario de la emperatriz Gala Placidia está ampliamente difundida (su escasa luz interior, el conjunto iconográfico interpretable en clave funeraria y, por supuesto los sarcófagos que cobija serían argumentos a favor), no hay ninguna certeza de ello: el edificio pudo haber sido una simple capilla con función de martirium u oratorio perteneciente a la iglesia de Santa Croce, a la que estaba conectada con un nártex.
En cualquier caso, esta denominación nos da pie a recordar a una de las mujeres más fascinantes de la Antigüedad, cuya biografía es de película de Hollywood.
Sólido dorado con la efigie de Gala Placidia, acuñado en Rávena entre 426 y 430 d. C. |
"En la época en que Honorio gobernaba en Occidente los bárbaros se adueñaron de su territorio" Así nos cuenta Procopio la irrupción de los godos en la parte oeste del Imperio romano que Teodosio había asignado a su hijo Honorio. Ante la inseguridad éste había trasladado la corte a Rávena, que estaba rodeada de ciénagas y pantanos y tenía fácil acceso a las fuerzas imperiales de Oriente. Sin embargo, en 409, el rey visigodo Alarico I simplemente evitó Rávena, y marchó a saquear Roma, tomando como rehén a Gala Placidia, hermana del emperador. La invasión goda la había provocado el propio Honorio cuando, tras descubrir un complot para derrocar a su sobrino que reinaba en Bizancio, mandó ejecutar al magister militum vándalo Estilicón, a su hijo Euquerio, prometido a Gala Placidia, y a unos 30000 foedetati que servían como tropa auxiliar en el ejército romano. La venganza de Alarico culminaría el 24 de agosto del 410, con el pillaje de la ciudad eterna y la captura de Gala Placidia, que desde su nacimiento ostentaba el título de Nobilísima, que le permitía transmitir la dignidad imperial, y desde el 404 el de Augusta. Con ella los visigodos se trasladaron desde Italia hasta el sur de la Galia, pero, cuando llegaron allí, en 412, su jefe, Alarico, había fallecido.
A Alarico le sucedió, por elección unánime, su cuñado Ataúlfo. A pesar de que este era unos 20 años mayor que Gala Placidia, parece que realmente el visigodo y la romana se enamoraron y se casaron en Narbona, por el rito arriano, el 1 de enero de 414. Honorio no lo vio con buenos ojos y envió tras ellos a su mejor magister militum, Constancio, antiguo pretendiente de Gala Placidia, lo que obligó a Ataúlfo a desplazar a su pueblo hacia el sur, hacia Hispania.
Tras expulsar a los vándalos, se instalaron en Barcino, donde establecieron la capital de su nuevo reino. Allí nacería el único hijo de la pareja, un varón al que pusieron por nombre Teodosio y que fallecería poco después. Casi al mismo tiempo que fallecía su hijo, Ataúlfo cometió una imprudencia que resultaría fatal: aceptó a su servicio a un tal Dubius, quien resultó ser un antiguo criado de Sarus, jefe germánico muerto a manos de Ataulfo. Deseoso de vengar la muerte de su señor, Dubius acabó con la vida de Ataúlfo mientras este tomaba un baño, a finales del verano de 415. La confusión del momento fue aprovechada por el hermano de Sarus, Sigerico, para hacerse con el poder y autoproclamarse rey de los visigodos. En los siete terribles días que duró su mandato, Sigerico hizo asesinar a los hijos que Ataúlfo había tenido de un matrimonio anterior, y sometió a Gala Placidia a todo tipo de crueldades y humillaciones, como hacerla caminar descalza junto a los esclavos durante más de 20 kilómetros. Estos hechos fueron una de las causas que llevaron a los enemigos de Sigerico a levantarse en armas contra él, asesinándolo y reemplazándolo por Walia, el hermano de Ataúlfo. La necesidad crónica de alimento para su pueblo llevó a Walia a negociar un tratado de paz con Roma. Y así, a cambio de 600.000 modios de trigo y de que los visigodos se convirtieran en foederati, Gala Placidia fue devuelta a su mundo romano, cinco años después de su partida.
A su regreso a Rávena, Honorio obligó a Gala Placidia a casarse con el que había sido el gran enemigo de los visigodos, Constancio. Con él tendría dos hijos: Justa Grata Honoria, nacida en 417 y que a punto estaría de casarse con el mismísimo Atila, y Flavio Placidio Valentiniano, quien vino al mundo en 419 y ascendería al trono imperial como Valentiniano III.
Cuando el 8 de febrero de 421, Constancio fue asociado al trono de Roma, bajo el nombre de Constancio III y recibió el título de Augusto, Gala Placidia se convertiría de facto en la única Emperatriz de Occidente, dado Honorio, divorciado de su segunda esposa, Thermantia, ya nunca se volvió a casar. Tan sólo siete meses después Constancio III falleció súbitamente en Rávena. Gala Placidia, viuda de nuevo, abandana subitamente la Corte rumbo a Constantinopla donde gobernaba su sobrino Teodosio II. Aunque los motivos de esta huída no están del todo claros, las crónicas históricas aluden al escándalo mayúsculo que provocó un abuso, o intento de abuso sexual por parte de Honorio (el historiador Olimpiodoro de Tebas, difundió sin tapujos que ambos hermanos mantenían una relación incestuosa). Fuese eso o los rumores de conspiración por su ascendiente sobre los godos, lo cierto es que Gala Placidia y sus hijos marcharon a la capital fundada por Constantino, que ya conocía de su infancia. Cuando el 15 de agosto de 423 falleció Honorio, víctima de la hidropesía, Juan, su notario mayor, intentó usurpar el trono con el apoyo del general Flavio Aecio. Ante esto el emperador bizantino nombró César a Valentiniano, el hijo de Gala Placidia, e inició la campaña contra el usurpador Juan. Este envió a Aecio a solicitar ayuda militar a los hunos, pero antes de que regresara fue derrotado por las fuerzas bizantinas y decapitado en el verano de 425. Valentiniano,
de seis años de edad, fue proclamado Emperador el 23 de octubre de 425; tres
días después, Aecio
llegó con 60.000 hunos. Gala Placidia
hizo gala de su capacidad negociadora y consiguió con Aecio
a un acuerdo que aseguraría la estabilidad política en el Imperio Romano de
Occidente durante los siguientes treinta años. Los hunos regresaron por donde
habían venido (previo pago, claro), y Aecio
fue nombrado magister militum
per Gallias.
Gala Placidia
se había ganado a pulso la regencia del Imperio.
Durante su larga regencia, que se extendería 12 años, Gala Placidia tuvo que hacer frente a las ambiaciones de Flavio Aecio, quien, como magister militum, desde 433 se convertiría en corregente, hasta que en 437 Valentiniano cumplió los 18 años. La influencia de Gala Placidia sobre su hijo siguió siendo poderosa.Y eso hasta el último año de su vida.
"Como anhela la cierva estar junto al arroyo, así mi alma desea, Señor, estar contigo“ Salmos, 42-2 |
En la primavera de 450, Honoria, la hija de Gala Placidia, cometió un error que costaría caro al Imperio: queriendo librarse de un matrimonio impuesto por su familia, envió una carta al rey de los hunos, Atila, donde le explicaba su situación y le pedía que la rescatase; junto a la carta incluyó su anillo que, aunque posiblemente no fuese una petición de matrimonio, como tal fue tomada por Atila, quien solicitó la mitad del Imperio Romano de Occidente como dote. Sólo Gala Placidia pudo evitar que Valentiniano mandara ejecutar a Honoria cuando descubrió lo sucedido pero, aunque escribió a Atila intentando aclarar el malentendido, éste hizo oídos sordos a la misiva, y decidió reclamar lo que consideraba suyo.
El 27 de noviembre de 450, Gala Placidia fallecía en Roma, con 55 años de edad. Afortunadamente para ella, no llegó a ver cómo Atila asolaba Italia al año siguiente (hasta que fue derrotado por Aecio en la batalla de los Campos Cataláunicos), ni cómo su hijo Valentiniano manchaba sus manos de sangre al asesinar a Aecio en 454. Tampoco vio cómo el propio Valentiniano sufrió la venganza de los hombres de Aecio menos de un año después. Ni cómo 21 años después, el Imperio Romano de Occidente caería definitivamente a manos del bárbaro Odoacro, finalizando así toda una forma de entender la existencia.
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* Una buena biografía de Gala Placidia aquí.
* Un excelente vídeo, aunque en italianio, del Mausoleo en este enlace.
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